martes, 15 de enero de 2013

BREVE REPASO A LOS ORÍGENES DEL NEOLIBERALISMO ECONÓMICO


Tras cinco años de crisis económica, desde la quiebra del cuarto banco financiero de los Estados Unidos (Lehman Brothers) en 2.007, pocos lectores pueden dudar ya de que estamos frente a una crisis global que arrastra al abismo gobiernos y economías nacionales de todo tipo y color. Es la crisis más profunda que se ha vivido desde hace ocho décadas, cuando el “crack” de 1.929, y pese a la experiencia conocida se siguen cometiendo los mismos errores: idénticos en los orígenes que condujeron al “crack” y a la quiebra de Lehman Brothers e idénticos en la forma de resolver los problemas, lo que de nuevo condujo posteriormente a la llamada “gran depresión” de los años 30 y a la “recesión” que conocemos en estos momentos.

Pero lo que interesa resaltar ahora es el porqué de una situación que se mantiene de forma artificial sabiendo que en el pasado la solución fue bien sencilla: Hacer que circule el dinero. Es obvio que una empresa sin crédito no puede funcionar y este es el principal problema. Los bancos y entidades financieras invirtieron nuestros ahorros en las famosas “sub-prime” o hipotecas basura de clientes que no podían devolver los préstamos a poco que viniese una pequeña “gripe” económica y eso es lo que ocurrió. Hoy los bancos, cajas de ahorro y entidades financieras no pueden dar créditos a las empresas porque no tienen dinero suficiente, lo han malgastado. Peor aún, tampoco podrían devolver los ahorros de sus clientes en un hipotético caso de que fuésemos todos a sacar nuestro dinero de nuestras libretas y cuentas corrientes, lo que se conoce como “el corralito argentino”.



La única crisis similar a la actual se superó en el pasado haciendo justo lo contrario que ahora
Con este panorama es fácil comprender que los gobiernos acudan primero a rescatar a los bancos para evitar males mayores. Esto se está produciendo ya, en el caso de España, con los préstamos del Banco Central Europeo a la banca española. Lo que no es cierto es que para que esto ocurra se deba desmontar el Estado de Bienestar a base de privatizaciones o se deba recortar en el gasto público.

Precisamente es todo lo contrario a lo que se debe hacer para salir de la crisis como se demostró en el pasado. Entonces, con el “New Deal” o “Nuevo Contrato” de Rooselvet en Estados Unidos, se atajó la crisis dejando quebrar los bancos que usaron malas prácticas, se recapitalizaron los sanos, se crearon programas de empleo (incluso en actividades inútiles) y se facilitaron subsidios a los parados por el gobierno americano, con el único fin de que circulase el dinero: Si un parado tiene un mínimo de ingresos puede gastar en las tiendas y de esta forma mantener los empleos y las empresas que produzcan los bienes que consuman.

El Estado temporalmente complementó a la empresa privada en los sectores que esta no podía cubrir y se pusieron las bases de lo que hoy conocemos como estado de bienestar: seguros de paro y jubilación, sanidad y educación pública. Si bien en Estados Unidos fueron muy tímidas estas reformas y se acudió principalmente a la producción de armamentos con motivo de la II guerra mundial, lo que ocasionó por primera y única vez el pleno empleo, en Europa y Japón, tras la guerra, se consiguió con este tipo de economía mixta la pronta recuperación y ser de nuevo primeras potencias mundiales junto a los Estados Unidos.


Los neoliberales aprovechan esta crisis para introducir sus reformas ideológicas creando un "estado de shock"
¿ Por qué ahora no se hace así ?. En plena guerra fría un grupo de economistas formularon unas teorías por las cuales el “Estado de Bienestar” era un tipo de comunismo encubierto, que dedicaba recursos inmensos por parte de los estados a fomentar la pasividad de las clases más bajas, trabajadores que se conformaban con los subsidios para no buscar trabajo, con el dinero de los impuestos de las clases más emprendedoras, lo que limitaba la libre competencia. Dichas teorías, que luego se llamaron neoliberales, se enfrentaban abiertamente a todo aquello que proviniese de los estados como forma de intervención económica. Hablaban del “mínimo estado” y que a lo sumo solo se debería invertir en la seguridad y la defensa de los estados, el resto de la economía debería volver a manos privadas, siendo que esta ya se regularía por sí misma por la ley de la oferta y de la demanda.

Esta máxima de que “la política no debería intervenir en la economía” fue calando profundamente en los principales grupos de presión financieros americanos y europeos, dedicando fuertes sumas durante décadas a la formación de economistas y políticos en las universidades más prestigiosas, y que, por supuesto, defendiesen dichas teorías en contraposición al “comunismo imperante”.

Las teorías neoliberales fueron puestas en práctica por primera vez y de forma sistemática en los años 80 por los gobiernos de Thatcher en Inglaterra y de Reagan en los Estados Unidos, tomando como “laboratorio” el Chile de Pinochet. El principal teórico y asesor gubernamental de estas “nuevas” teorías, que se enfrentaban a las del economista impulsor del “estado de Bienestar” John Maynard Keynes, fue el también economista Milton Friedman, quien comprobó en Chile que la mejor forma de que la población “aceptase de buen grado y sin oposición” las reformas neoliberales propuestas, era producir un “estado de shock” en la ciudadanía similar al que se produce en cualquier persona tras un accidente de tráfico o un trauma por la pérdida de un familiar. La forma adecuada era aprovechar un golpe de estado, como en Chile; un desastre natural como el “Katrina” donde Friedman aconsejó al presidente Bush imponer el cheque escolar para que los padres acudiesen a los colegios privados para educar a sus hijos en vez de reconstruir escuelas; o situaciones de crisis económica, como la actual, forzando a límites extremos para imponer sus políticas.

En los 90 del siglo pasado estas políticas neoliberales dejaron un Chile prácticamente privatizado (sistema de pensiones, educación y sanidad) pero con unas clases altas más ricas y gran parte de clases medias pasaron al umbral de la pobreza. Situación que no pudieron cambiar los gobiernos democráticos posteriores a Pinochet. En los Estados Unidos se produjo el fenómeno de los “homeles”, los sin casa que se cobijaban en las inmediaciones del metro con un cartón como única vivienda. En Inglaterra se introdujeron sistemas mixtos de “copago” donde antes no existían y se logró desmontar la fuerza de los todopoderosos sindicatos ingleses, las “Trade Unions”, privatizando sectores estratégicos enteros. En todos los casos el resultado fue la creación de grandes bolsas de población marginal y desprotegida, que permanecieron incluso en las épocas “progresistas” de Clinton en los EEUU y de Tony Blair en Inglaterra.


Políticos y economistas, tanto conservadores como socialdemócratas tienen formación similar
A pesar de esta gran tragedia humana y colectiva, los buenos resultados obtenidos con estas políticas neoliberales en los números “macroeconómicos” de las economías nacionales y la creación de nuevos mercados en la Europa del este por la caída de los regímenes comunistas, principal objetivo del neoliberalismo, la economía mundial volvió a crecer. Ello era debido en gran parte por la revolución tecnológica que supuso internet y a la alta competividad de las grandes empresas que absorbieron a las pequeñas y medianas, imponiendo precios asequibles para un alto consumo y creando miles de puestos de trabajo, eso si, trabajando más horas por menos dinero y con menos derechos.

Tal situación sedujo a los principales partidos conservadores europeos y en extremo al Partido Republicano norteamericano, quien impuso en la época de George Bush una mística casi religiosa por el neoliberalismo, desregularizando (y obligando a otros países a hacer lo mismo) los controles al flujo de capitales y a las operaciones bancarias. El descontrol de las finanzas supuso la codicia de grandes grupos de capital y la complicidad de los bancos y demás entidades financieras a nivel global. Hasta que quebró Lehman Brothers, cuyo principal responsable en Europa no era otro que el actual ministro de economía de España, Luis de Guindos.

Por desgracia la mayor parte de economistas y políticos, tanto conservadores como socialdemócratas, se han formado en universidades y centros de estudios financiados por los defensores de las teorías neoliberales. Las teorías del estado de bienestar de Keynes fueron abandonadas absolutamente por una pijada que en teoría resolvió Friedman con unas simples medidas monetaristas para un fenómeno de crisis “estanflacionaria” (alto paro y altos precios al mismo tiempo). Keynes no pudo resolverlo porque hacía décadas que estaba muerto y nadie, hasta la fecha, se ha preocupado de actualizar sus teorías. Por ello se vuelven a cometer los mismos errores.

Por eso a nadie debería escapársele que las “reformas” económicas y sociales que se presentan hoy como “necesarias” y “únicas vías de salvación”, no son otra cosa que imposiciones ideológicas. Nos obligaron a privatizar empresas y sectores estratégicos energéticos y de comunicaciones para entrar en el Mercado Común europeo de entonces y remataron después para entrar en la zona euro de la Unión Europea. Dominaban ya las políticas de Reagan y la Thatcher en los inicios de nuestra entrada europea con F. González, posteriormente con Aznar ya Europa comulgaba plenamente con el neoliberalismo, incluidos el Partido Laborista inglés de Tony Blair y el socialdemócrata alemán de Schroeder. 

Una isla, España, desde donde los socialistas españoles tampoco podían navegar en solitario y a contracorriente, una porque la economía globalizada ya no podía ser controlada sin contar con la mayoría de gobiernos europeos, de derechas, otra porque sus dirigentes económicos estaban y están “contaminados” de ideología neoliberal y, finalmente, porque quienes pagaban nuestra factura, los bancos, cambiaban nuestro dinero por “papeles mojados” de millones de hipotecas y títulos financieros insolventes que jamás se podrán cobrar, principalmente de pisos sobrevalorados propios y americanos... a través del Deutche Bank.


En otro momento hablaré del “Consenso de Washington”, donde se plasma el núcleo de las “reformas neoliberales” que abrazan la prácticamente totalidad de partidos conservadores europeos con Angela Merkel a la cabeza como principal impulsora desde Alemania. En España los principales valedores de estas teorías lo conforman un influyente grupo de intereses empresariales y financieros muy ligados a los medios de comunicación y a los principales partidos de derechas como el PNV, CiU y, por supuesto, el Partido Popular.

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